Ganó el mejor

Era dieciséis de abril y en Mestalla no cabía un alfiler. Cuentan algunos que al caer la noche, cuando España se agolpaba frente el televisor para presenciar otro combate para los libros entre sus dos colosos, se produjo algo así como un cese del testigo. Un apretón de manos que derrocaba la supremacía azulgrana, la de «aquel que te devoraba y casi le dabas las gracias por dejarte disfrutar de su delicada violencia futbolística», para enaltecer al Real Madrid, al Real Madrid de Carlo Ancelotti. No sabe todavía la ciencia del fútbol, a diecisiete de abril, si la tesis de aquellos eruditos esboza certeza, aunque cabe corroborar que éstos tenían motivos de peso para lanzar este tipo de juicios.ISCO_ALARCÓN_FINAL_COPA_DEL_REY_2

Insensato el que piense que el Madrid es una escuadra mejor sin Cristiano, pero bien es cierto que anoche Ancelotti dispuso el ajedrez con una maestría sobresaliente. Los blancos salieron al tapiz dibujando un inédito 4-4-2 a la hora de defender, en el que Isco y Di María iban a tener una trascendencia importante. Con Xabi y Modric dictando en forma de doble pivote, malagueño y rosarino iban a ocuparse de anular el juego entre líneas de los catalanes. El Fideo hizo un esfuerzo apoteósico durante el primer tiempo, e Isco, al que se le suele achacar falta de implicación defensiva, comprendió su rol mejor que nadie y se hinchó a presionar con una solidaridad y un carácter de escándalo. No perdió jamás la posición y protagonizó 9 tackles, más que ningún otro jugador en este apartado. Los dos goles que encumbran al campeón de esta Copa nacieron además en recuperaciones del andaluz, que luego se valía de ese pincel que tiene en los pies para lanzar el contrataque. Apenas habían pasado cuatro minutos y medio cuando el genio de Benalmádena ya había encontrado a Bale a la espalda de Dani Alves. Minutos después, le quitó un balón al brasileño que luego le sirvió con excelencia al galés. Gareth abrió en seguida hacia Benzema, que se sacó un pase sublime para que Di María, que llegaba como un tiro, hiciese el 1-0. El Madrid había recorrido setenta metros de césped en doce segundos, y sólo el guepardo que es Jordi Alba había conseguido incomodar el remate del argentino.

No sucedió inmediatamente, pero poco a poco el Madrid fue cediendo de manera total la posesión al cuadro culé, que demostró entonces esa atrofiada circulación y esa falta de profundidad que ya todos conocemos. No es nada nuevo. Por si fuera poco, el Madrid guardaba las composturas mejor que nunca, y para colmo, en el caso de que superaras a Alonso, tenías que vértelas con Pepe&Ramos, a día de hoy, y pese a errores muy puntuales, la pareja de centrales más dominante de Europa. Ni Messi, ni Neymar, ni nadie supo abordar esa exhuberancia física. E Iniesta tampoco podía con Carvajal. El Barça chocaba y chocaba, y era incapaz de finalizar jugadas. El ejercicio sin balón de los de la capital era soberbio. Ancelotti trabajó el centro y regaló a su rival las bandas, donde se conoce su infeciencia. Los centros culés nunca llegaban a buen puerto, y el Madrid no sufría.Barcelona's Xavi and Messi reacts after losing to Real Madrid at the end their King's Cup final soccer match at Mestalla stadium in Valencia

El color no cambiaría en demasía tras el ecuador. El Madrid, que se había desperezado un poco en los compases iniciales, empezó a quedarse sin gasolina, y se entregó a las recepciones y al talento de Karim Benzema, que ayer fue el mejor del partido. El fútbol se fue agotando en ambos bandos, y Xavi sacó el orgullo. Con 34 años, y con el aliento de miles de detractores en la nuca cada fin de semana, la grandeza del capitán del Barça volvió a quedar patente anoche en Valencia. Cuando más perdidos parecían los suyos, el de Tarrasa empezó a girar y girar como lo hacía antaño, y daba la sensación de que si el empate llegaba, iba a ser en un último pase suyo. Se llama personalidad. Pero la igualada llegó de otra forma. El córner lo ejecutó Xavi, sí, pero el remate, estratosférico, a la escuadra, sería de Marc Bartra, que se besó el escudo como si le doliese. Central de futuro aquí, damas y caballeros. Ojalá el sucesor de Martino, que ayer firmó su sentencia, se percate. Restaban 25 minutos cuando el cabezazo excelso del canterano iba a poner las esperanzas del Barça, que hasta el momento había ido a remolque emocional, por encima de las de su adversario. Sin embargo, no quedará el nombre de Marc limpio en esta final.

La jugada en sí, abarca todo el carril izquierdo del Real Madrid. Empieza, otra vez, en una recuperación de Isco, que la agarra y la descarga un poquito más adelante. Allí Coentrao, con dos toques, relanza la carrera de Bale. Todo ello pegadito a la cal. El galés, que tiene a Bartra enfrente, se echa el balón veinte metros hacia adelante y pone en marcha el despegue. Se sale del terreno de juego para esquivarlo, esprinta incluso por el área técnica de Martino, y con zancadas de jamaicano le arranca a las pegatinas al joven zaguero azulgrana, que es otro prodigio físico. Bale se acerca al marco de Pinto, y éste le pone la hazaña fácil. El sonido engaña, porque Mestalla entera había entrado automáticamente en un estado de shock. Busquets y Bartra caen al suelo desplomados. La impotencia ante un gol que se seguirá emitiendo durante décadas. Xabi Alonso, de 32 años, con más de quinientos partidos como profesional a la espalda, y otros cien y pico con la selección española, le dice al reportero de La 1 que jamás ha visto una cosa así en un campo de fútbol. No sabemos si lo que hizo el ex de Tottenham y Southampton vale 91 millones de euros, pero bien vale una Copa del Rey.madridgoal

Pero no estaba acabada la guerra, y la barbaridad de Bale, que llegó en el minuto 86, condujo a un emocionantísimo final. El Barcelona insistía como podía, pero Carlo, perro viejo, supo mancharse el traje y echar el cerrojo. Sus cambios tras el 1-2 huelen inconfundiblemente a catenaccio, pero no deben ensuciar el aroma de un equipo que juega al fútbol como los ángeles. Pero el plan casi se le viene abajo cuando Xavi, otra vez Xavi, filtra un pase que deja solo a Neymar delante de Casillas. Para fortuna de Carlo, el tiro con la punterita del brasileño se iba a estrellar en el palo. Siendo sinceros, la prórroga hubiera sido demasiado premio para este Barcelona decadente, un Barcelona que en siete días se ha despedido de Champions League antes de las semifinales por primera vez en siete años, ha perdido la final de Copa  del Rey dando una imagen débil, y se ha dejado media liga en Granada. Messi, el pilar sobre el que se levantó este imperio, deambuló ayer sin el protagonismo que ordena su mito. Al otro lado del cuadrilátero se hallaba un Madrid triunfal, titánico, con los brazos arriba, con jugadores que sí que están alrededor de la cúspide física de sus carreras. Se avecina, quizás ese cambio de ciclo que tanto ansía el madridismo, que ayer visitó a Cibeles, y quedó con ella para el 24 de mayo. En el horizonte espera el Bayern de Múnich.